jueves, 27 de mayo de 2010

Entrevista


“Encerradas en el cuerpo,
libres en el espíritu”

Muchos siglos lleva en pie este convento y muchas son las monjas que han desempeñado su labor en este monasterio franciscano de la orden de Santa Clara. Actualmente conviven 18 monjas en la comunidad.


Tras llamar al timbre, se gira el torno y aparece por un pequeño agujero Sor Anunciación, quien amablemente me presta la llave para subir al locutorio grande. Tras abrir la puerta aparecen: María Victoria, actual madre abadesa del convento y Sor Pilar, monja encargada del archivo, que han sido las designadas para contestarme al cuestionario.


- ¿Qué os diferencia de otras monjas: carmelitas, dominicas, benedictinas…?

MV: Que vivimos en la pobreza, otros conventos de orden contemplativa tenían tierras y vivían de las rentas. Nuestra madre Santa Clara era rica y dio toda su herencia a los pobres. Y al entrar al convento tuvo que luchar mucho por lo que ella llamaba el “privilegio de la pobreza”.


- ¿A qué se refiere exactamente con el “privilegio de la pobreza”?

MV: Todo el mundo pide privilegios para determinadas acciones, privilegio para aprobar esta asignatura, privilegio para acceder a este puesto de trabajo… Pero antiguamente los Papas no permitían que las monjas contemplativas vivieran en la pobreza. Y ella quería vivir del trabajo de sus manos, como los pobres.

SP: En el fondo, era confiar en el señor totalmente y no tener una serie de rentas que te aseguren. Porque si estoy segura, ¿dónde está la confianza? Es como el que se fía de los brazos de su padre pero no deja que le coja.

- Muchos, frente a la labor social que prestan otras religiosas, consideran que vosotras no hacéis nada. ¿Qué tenéis que decir vosotras ante esta objeción?

MV: Esta pregunta nos la hace muy a menudo gente que viene a visitarnos. Nos dicen que si de verdad creemos en Dios y queremos entregar su vida, nos marchemos y ayudemos a los necesitados. A lo que nosotras siempre contestamos “Cristo no bajó de la cruz”. Ni para estar con su madre, ni para seguir haciendo milagros…

- ¿Cómo estáis conectadas con el mundo exterior? ¿Disponéis de alguna tecnología en el convento que os permita comunicaros y saber lo que pasa en el mundo?

MV: Tenemos una televisión desde hace unos tres años, porque cada vez que venía el Papa a España queríamos verlo y nos tenían que traer una. Aunque nosotras no vemos noticias ni otros programas. Pero de todas formas todas las noticias te llegan: llamadas por teléfono, el sacerdote pide en misa, gente que viene…

SP: También disponemos de un ordenador para realizar las etiquetas de las pastas, o para la secretaría. Y ahora tenemos internet desde hace unos meses, porque todo nos lo piden por correo electrónico.

- ¿Qué papel creéis que desempeñan los medios de comunicación en la sociedad?

MV: Sólo hablan de lo mismo. Nosotras decimos que estamos encerradas en el cuerpo y libres en el espíritu porque nadie nos manipula.

SP: Yo una de las carreras que optaba era la de periodismo, precisamente por servir a la verdad y me atraía el periodismo de investigación.

- ¿Qué información leéis?

MV: Lo que nos llega, pero leemos de todo: El País, El Mundo, El ABC, pero sabemos discernir. No leemos siempre lo mismo porque nos gusta comparar, no nos comen el coco.

SP: Fuera todo está saturado de noticias que te impiden escuchar de verdad. Aquí como hay un clima de mayor silencio, escuchas con más corazón y mejor. Fuera se está a lo que es noticia, mientras que aquí lo seguimos recordando y pidiendo por ellos, como en el caso de Chile.

- ¿Y qué es lo que más os gusta hacer en las horas de recreo?

SP: Los domingos tenemos dos horas y nos gusta marcharnos a la huerta, al jardín, compartir, ver las plantas... Un domingo echamos una carrera desde el fondo de la huerta hasta la zona de merienda para ver quién llegaba antes porque ya era la hora de cenar.

MV: Era de traca ver a las monjas con el hábito para arriba, y cruzándose la una con la otra. Gritábamos tanto que los vecinos se pensaban que estábamos jugando al fútbol.

- ¿Qué os parece que el Códice del Poema de Mio Cid esté guardado en la Biblioteca Nacional y no en el arcón en el convento?

MV: Siendo propiedad del ayuntamiento y estando custodiado por nosotras, nos gustaría que estuviera aquí. Ya que en ningún momento fue comprado al Concejo.

- ¿Cómo habéis reformado el convento?

MV: Lo hemos arreglado con el material más pobre, lo más barato. La gente lo ve muy desnudo todo. Hemos arreglado las habitaciones porque las hermanas mayores lo necesitaban y no por lujo. A lo mejor en otros lugares se pone una tarima de nogal, nosotras lo más barato, tarima flotante.

SP: Hay una excepción que nos han forrado de madera en receptorio el arquitecto dijo que la diferencia la ponía él para que tuviéramos algo digno. Y también con las puertas, ya que calidades menores no aguantarían las diferencias de temperatura.

- Y con una agenda tan apretada, ¿os queda tiempo para leer,etc?

MV: Las hermanas aprovechan por la noche para hacer lectura espiritual… Yo incluso cuando estaba de postulante y de novicia iba a veces de empalmada, entonces ya durante el día no era persona. Porque cuando entré todo me impresionaba muchísimo. En una casa se puede estar de juerga sin dormir y levantarte tarde al día siguiente, aquí hay que llevar el ritmo.

- ¿Qué opináis del papel del papel del Papa con las noticias sacadas a la luz de sacerdotes pederastas?

MV: El Papa está llevando la iglesia con mucha humildad. Entre 12 apóstoles hubo un judas, pues entre 1000 apóstoles pues habrá un montón. Nos parece que los medios de comunicación sólo sacan lo malo, nunca lo bueno. Hay noticias como la persecución de cristianos en la India que no salen.

- ¿Qué diríais a todos aquellos que piensan que las monjas de clausura no tienen nada que hacer en el siglo XXI?

Actualmente hay un ambiente anti-eclesial y mucha ignorancia que lleva a las personas a buscar otras cosas, como el sexo. Antes las vocaciones surgían a los 17 años, ahora volverán a partir de los 30, será gente que lo ha probado todo y no está satisfecho.

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